El trabajo en equipo, todos sabemos que no es la panacea y que hay mitos que así lo demuestran, sin embargo en sectores como el nuestro, que es el de la formación, es un componente fundamental. Ni que decir tiene que para otras profesiones es todavía más importante, si no que se lo digan al Inspector Pelayo en la serie GEO, un auténtico líder creador de equipos de alto rendimiento, como son los cuerpos especiales de la policía. Sin llegar tan lejos, un centro de estudios como el nuestro, en el que impartimos FP de grado superior, FP para el empleo, formación contínua, tecnológica y para directivos, tiene como activo principal y sin lugar a dudas, el profesorado. El profesor transmite los conocimientos a los alumnos y participantes de los diferentes programas y cursos, siendo además un embajador del centro al que pertenece, inculcando la cultura y los valores que rigen en éste y que le otorgan su misión y razón de ser. Lo que sucede en una clase cuando se cierra la puerta o se enciende la pantalla de un ordenador en formación telemática, sólo lo conocen los alumnos y su profesor, es por esto que la dinámica que se produce en el aula siempre estará en función de la persona que imparta clase en ese momento y en ese lugar. Pero continuando con nuestra historia, el profesor no está solo en su lugar de trabajo, le acompañan otros profesionales como él, quienes y para que sus resultados sean los mejores, deben funcionar como un equipo. ¿Y cómo se traduce esto a la realidad?, nos podemos preguntar. Si tenemos en cuenta que un equipo lo definimos como una pluralidad de individuos que dirigen su esfuerzo a la consecución de un objetivo común con la convicción de que juntos lo pueden lograr mejor que individualmente, en el caso del cuerpo docente de un centro de estudios, lo ideal es que funcione como tal equipo. ¿Y qué ventajas tiene un equipo?. Algunas de ellas se pueden definir como, la interacción, la interdependencia, la finalidad, la percepción de pertenencia, la motivación, la estabilidad, etc. Sin embargo si ponemos a una serie de personas a trabajar juntas, no tienen por qué trabajar en equipo. Si no se hace nada más que agrupar a la gente, lo más probable es que los objetivos particulares se impongan a los objetivos del equipo, porque estos últimos no han sido plenamente asumidos de manera compartida. En ese caso los integrantes de ese equipo, simplemente no se implicarán en el proyecto, y no se lograrán los resultados perseguidos en el tiempo acordado, pudiendo aparecer otras muchas disfunciones. Para que un equipo funcione debe pasar por una serie de fases y la primera puede ser un periodo de formación de éste, que se puede establecer en al menos 20 horas. No se puede pretender que un grupo de personas funcione como equipo si no se invierte tiempo. En este tiempo de formación se puede trabajar contemplando, además de la fase de formación, la fase intempestiva, la fase normativa y la fase productiva y también nos ocuparemos de poner en su conocimiento los objetivos que nos hemos marcado, en los que lo ideal es que hayan participado algunos de los miembros del claustro. Dedicaremos tiempo a la comunicación, a establecer los canales entre los miembros de dicho claustro y entre estos y el centro. La información es uno de los elementos más motivantes, nos gusta conocer cual es nuestro objetivo y sentir que se cuenta con nosotros para llegar a él. Por ello nunca está de más comunicar, comunicar y comunicar. Otro aspecto a tener en cuenta son las emociones negativas que puedan aparecer en el centro. Estas son una fuente muy importante de información y hay que saber canalizarlas de forma adecuada, evitando que se puedan producir y si esto ocurre buscarles la solución lo antes posible. Un centro educativo es muy propenso a que esto ocurra, se trabaja bajo presión con el horario de inicio y fin de las clases, las condiciones de las aulas, tanto atmosféricas como tecnológicas, la actitud y el comportamiento de los alumnos, etc, hay muchas variables que pueden afectar a nuestros comportamientos. Por ello es necesario mantener reuniones periódicas con el profesorado, incluirle en los órganos de gobierno, interesarnos por su situación personal, facilitarle la conciliación laboral y sus intereses particulares en la medida de lo posible, hacerles participes de nuestras actividades, premiar cuando haya que hacerlo, etc. En definitiva, el compromiso y el alineamiento sólo se consigue dedicando tiempo y esfuerzo a las personas y en un centro académico éstas son la fuente de la principal ventaja competitiva de la que vamos a disponer, no existe otra igual, es nuestra mejor garantía en la lucha y el esfuerzo por alcanzar la excelencia.
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